busco por las calles,
en farmacias
y en oficinas postales,
busco en estaciones y discotecas,
busco en centros comerciales;
quiero tocar el cielo y mancillarlo,
levantar andamios sobre altares
para alzar mi odio
hacia su dios olvidadizo y resentido.
Busco,
busco diablo al que vender mi alma,
recta,
inmortal,
pues sé que nada es mentira
cuando la carne tira desbocada
y el matadero espera tras cualquier esquina;
aunque bien mirado,
siento que he perdido el alma
por la grieta que me parte en dos
y que me salva,
entonces sé que busco,
que busco diablo,
que busco diablo al que comprarle el alma.