sábado, 4 de junio de 2011

I could

Podría estar escribiendo 400 kilómetros y me quedarían cosas por decir. Porque esto es así, dicen. Y tienen razón, ¿no?

Supongo que el afán por volver a la hoja en blanco regresa cuando nadie más entiende lo que pienso, quiera o no pensarlo. Cuando ni yo me aclaro. La hoja en blanco y la música de fondo, como antaño, ¿recuerdas? Yo no sé de metáforas. Yo soy de blanco y negro. El gris me hace daño, es el color de los fantasmas, el color del “sí, pero…”.

Y vuelvo a vomitarlo todo porque aún tengo las tripas llenas. No sé cuánto tiempo tardarán en vaciarse. Es más: no sé si quiero que se vacíen. Porque me comparo con el que era a 400 kilómetros y, a mí, esta distancia me ha hecho mejor. Me gustaba más cuanto te gustaba a ti, es evidente, pero qué coño, yo soy mejor de lo que era.“No sé de dónde ha salido toda una vida sin verte”.

Sigo siendo el mismo. Sigo estando yo por encima de todo. Ese “yo” al que le diste todo lo que tenías, por el que te mordías el labio inferior tras un cristal muy, muy grueso.

Te quedaste sin balas y yo sin chaleco.

Al final de la guerra, empate, ¿no?

¿Ves? Nunca me ganarás.

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